El ataúd de la reina Isabel fue resguardado en una bóveda dentro del Castillo de Windsor, lugar de descanso final, tras un día que atrajo a líderes mundiales a su funeral, con grandes multitudes en las calles para despedirla.
Miles de simpatizantes se alinearon a los costados del carro fúnebre desde Londres, lanzando flores, gritando su nombre y aplaudiendo mientras recorría el camino hacia el Castillo de Windsor.
En total llegaron unos 500 presidentes, primeros ministros, miembros de la familia real y dignatarios, incluido Joe Biden. La atención se desplazó a la Capilla de San Jorge, donde 800 invitados asistieron al servicio antes de su entierro.
El Lord Chambelán, funcionario de mayor rango de la casa real, rompió su ‘Varita del Oficio’, dando final al servicio soberano, y la colocó en el ataúd antes que fuera resguardado el ataúd.
Se espera que en un servicio familiar privado, el ataúd sea enterrado junto al de su esposo en la misma capilla donde sus padres y hermana, también descansan.
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